22 enero 2007

Lamento Boliviano

Me llego un mail, del amigo Tonnelier... el del pasito famoso, y dice:

Sres,
estoy en La Paz, capital boliviana. Mucho bondi ruidoso y autos con luces de neón. Camisetas de Boca, Ríver y Vélez, golosinas chilenas, posters de minas en tetas, imágenes de demonios, dragones y olor a fritanga. Y brillo. Mucha cosa que brilla.
El primer destino fue potosí. Llegamos después de viajar 40 horas en la caja de un camión desde Villazón, ciudad frontera con Argentina.
Este país es increíble. Cuando caimos a Villazón ya no quedaban pasajes de bondi a ningún lugar dentro de una única ruta que te puede sacar de ese pueblo horrible. Nos mandamos hasta una YPFB (boliviana, sí) a conseguir algún camión y enganchamos justo con unos chabones de pehuajó que habían arreglado el viaje por 20 bolivianos (8 pesos) con un camionero viejito y su mujer quechua. Cuarenta horas, tres paradas de distinta duración para arreglar la ruta de tierra con pala y piedras, cinco horas de espera porque el río estaba muy subido y esta gente no tiene plata para comprar un puente, dos camiones empantanados que hubo que destrabar, una trifulca boliviana entre camioneros y choferes de bondi y una pinchadura a las 2 de la mañana después, llegamos a Potosí. Llevábamos dos noches dormidas sobre bolsas de harina y mucho mate encima. Y mugre. Habíamos recorrido 350 km.

Potosí vive casi de una única montaña toda agujereada por minas de plata, azufre, plomo y estaño. Se vende dinamita en la calle y la vida vale dos pesos bolivianos, más o menos. En esas minas murieron, en época del virreinato, alrededor de 8 millones de indígenas laburando. Y también varios negros que trajeron de áfrica porque "eran más baratos que los burros". Todo eso mientras los españoles - debajo, en la ciudad - enseñaban el evangelio y mandaban la plata que se extraía a Europa. Por eso es que en las minas, de pura bronca, los trabajadores construyeron un diablo negro con una poronga enorme que es su señor y protector debajo de la tierra. Le piden deseos y lo visitan los martes 13, sobre todo. En una excursión, donde descendés cuatro niveles de cuevas y cavernas que gotean, lo vimos. Las mujeres, que sólo pueden ingresar en las minas en dos fechas puntuales al año, le llevan ofrendas y le frotan su enorme y negra poronga mientras le piden novio. Bolivian mistic, que le dicen.

En fin, los dejo. Me voy a hacer algo por aquí. Un besote y un abrazo a todos. Chau. NICO.

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